¿Cómo sería un mundo con perspectiva diversa?
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¿Qué celebramos?
El 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+ en conmemoración a la revuelta que protagonizaron en 1969 un grupo de lesbianas, travestis, drags y hombres gays frente a la violencia policial en el bar Stonewall Inn en la ciudad de Nueva York.
Esa noche un grupo de uniformados entró al bar, como había sucedido tantas veces, para arrestar a aquellas personas que no estaban vestidas con la ropa que se esperaba de su sexo y mandar a sus casas al resto. Pero esta vez los presentes se enfrentaron a los policías y se resistieron. La tensión duró horas y fueron sumándose más personas que sufrían esta violencia a diario generando una verdadera revuelta que duró dos días, con una barricada y discursos públicos.
La visibilidad que logró esta comunidad de personas trans, gays, lesbianas y de minorías como la afrodescendiente y la latina quedó en la historia y es conmemorada cada año junto con los reclamos de todas las personas que son excluidas, violentadas y hasta asesinadas por su identidad.
Más allá de una sigla
En este universo, vamos a hablar de “diversidad” para el conjunto de las personas que no son heterosexuales y no trans. En ocasiones se usa la sigla LGBT o, últimamente, LGBTIQ+ para abarcar su gran riqueza
¿Género? ¡A mí me gusta la persona!
¿Qué hace que algo nos guste? Francisco nos explica algunas de las razones por las que algo nos gusta o no y plantea cuáles él cree que van a dejar de tener sentido en los próximos 10 años. Tiene 16 años y estudia en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini de la Ciudad de Buenos Aires.
2 de julio de 1992
Ese día se realizó la primera “marcha del orgullo” en la Argentina. Participaron cerca de 300 personas, incluyendo hombres gays, mujeres lesbianas y personas trans. Por temor a las represalias, muchas lo hicieron con el rostro cubierto por máscaras.
¿Es natural?
Es común confundir lo cultural con lo que se llama “natural”: solemos pensar que la forma en la que se organiza nuestra sociedad es la única posible. Sin embargo, no se trata más que del resultado de muchas y variadas decisiones que se han tomado en el tiempo. En ocasiones creemos que las cosas no pueden ser de otra manera de cómo son hoy o de cómo nos han contado que son. Así, durante siglos se ha decretado cómo deben actuar, sentir, amar, vivir y hasta vestirse las personas de acuerdo a dos etiquetas posibles: hombre y mujer. Esta tensión entre lo que se debe ser y lo que uno quiere ser se manifiesta ya en nuestra niñez: “Los nenes no lloran”, “Las nenas no gritan”, “Las mamás cocinan y los papás trabajan”.
En este escenario dicotómico normativo hay una jerarquización de los dominios masculinos por sobre los femeninos acompañada por un disfraz de reverencia. Se coloca en cierto lugar sagrado a la mujer como dadora de vida, alma de la casa, objeto del deseo…mientras simultáneamente se las degrada por los mismos motivos.
Parece que todas las personas deben entrar en alguna de estas dos categorías, hombre y mujer, y cumplir con lo que se espera de ella. Quienes se animen a retar estos mandatos (¡o incuso no sentirse parte de estos dos grupos!) se enfrentan al rechazo, la discriminación, la burla y a veces la muerte… ¡porque no es natural! ¿Pero las cosas tienen que ser así? ¡Claro que no!
La realidad que percibimos, que vivimos y que desarrollamos es una construcción, una forma de estructurar lo que nos rodea y que es absolutamente cambiable.
Debemos renunciar a la idea de que podemos presentar la realidad tal como es y abrazar el hecho de que, en realidad, sólo podemos conocer la realidad tal como la estructuramos nosotros y la sociedad. Y nadie debería tener el monopolio de decir cómo deben ser las cosas, sino que debemos trabajar para que todas las voces y todos los puntos de vista sean escuchados.
Soñemos con un mundo distinto, un mundo con perspectiva diversa, sin binarismos, roles asignados ni mandatos. Puede sonar a una utopía pero no se trata sólo de imaginar sino de poner ese sueño en una acción colectiva. Las utopías no son mentiras ni ilusiones, sino que pueden ser herramientas muy poderosas si se las toma como un ejercicio de la imaginación que nos va a permitir pensar cómo podría ser un mundo que podemos empezar a construir hoy mismo.
¿Cómo sería el mundo desde una perspectiva diversa? Una realidad en la que tratamos a las personas por el mosaico de cualidades que tienen, no por sus genitales o por lo que se espera de ellas. Abandonar las dicotomías vinculadas con el sexo y el género nos liberará de muchos estereotipos y prejuicios
Esto que imaginamos ¿se quedará sólo en el plano de una utopía o puede ser el plan para una “nueva normalidad”?
Por qué estoy orgulloso de ser
Hugo nos cuenta cómo descubrió quién era realmente y cómo fue su transición de género.