Nació el 6 de Enero de 1959 en la chacra de su familia en Villa Regina, Río Negro, y creció en Buenos Aires. Desde chico tenía pasión por la ingeniería y la exploración espacial, primero siguiendo atentamente al proyecto Apollo que puso al primer hombre en la Luna, y luego a la misión Viking, la primera nave en descender exitosamente en Marte. Durante el aterrizaje de esta última, Miguel se encontraba de vacaciones de invierno en la chacra y siguió con una radio de onda corta el progreso de la misión escuchando a la BBC. El aterrizaje fue un éxito, y bajo ese cielo patagónico Miguel decidió dedicar su vida a la exploración espacial en la NASA. Pero eso no iba a ser fácil. Para lograr sus sueños Miguel tendría que dejar a su familia, y amigos, y una vida feliz compartida entre las calles porteñas y los álamos y acequias del valle de Rio Negro. Después de recibirse del Colegio Industrial Pío Nono en Almagro, a fines del 1977, Miguel partió a los Estados Unidos a cursar sus estudios universitarios. Se recibió con honores en 1982 de la Universidad de Syracuse con el título de Ingeniero Electrónico, y en 1985 del Massachusetts Institute of Technology con un Master en Ingeniería Aeronáutica y Astronáutica. Ya graduado, Miguel fue contratado por el Jet Propulsion Laboratory (JPL), el centro de la NASA que se especializa en la exploración planetaria, y que fue responsable de la misión Viking que lo inspiró en su juventud. Miguel se desempeña allí desde hace veintisiete años. Su área de especialización es el Guiado, Navegación y Control de Naves Espaciales, en particular cuando se aplica al descenso en Marte. Tempranamente en su carrera participó en la misión Magallanes a Venus y Cassini a Saturno, donde fue responsable de diseñar el sistema de estimación de orientación de la nave en base a las estrellas. A continuación, en 1993, fue nombrado Jefe de Ingeniería del sistema de Guiado, Navegación y Control de la Misión Mars Pathfinder. En 4 de Julio de 1997 Pathfinder aterrizó exitosamente en Marte con Sojourner, el primer rover en el planeta rojo. Miguel así concreta su sueño de chico. El destino lo encontraría en el Centro de Control Pathfinder durante el aterrizaje de no solo una misión más a Marte pero nada menos que la que le siguió a los Viking, 21 años después. Pero ni sus sueños ni su carrera terminarían ahí. Luego del Pathfinder trabajó durante 2 años en una misión con el objetivo de traer muestras de un cometa a la Tierra, que fue cancelada por problemas presupuestarios. Fue un gran golpe para Miguel y sus colegas, la mayoría de ellos los colegas de la misión Pathfinder. Pero el destino nuevamente golpearía su puerta. Después de dos fracasos en Marte en el 1999, ocurridos durante el periodo de tiempo en que Miguel trabajaba en la misión al cometa, la NASA y el JPL tenían que retornar a la superficie de Marte pero esta vez lo tenían que hacer exitosamente. El laboratorio no podía tolerar otro fracaso. Es por eso que se decidió utilizar en la próxima misión el mismo sistema de descenso que desarrolló y utilizó exitosamente la misión Pathfinder, basado en el uso de bolsas de aire para amortiguar el impacto de la nave con la superficie. Era natural que el proyecto eligiera a Miguel como encargado del sistema de guiado, navegación, y control como lo había sido en la Pathfinder. Pero lo que al principio parecía un desafío tecnológico menor, dado a que la idea era de copiar textualmente la receta del Pathfinder, rápidamente se transformó en todo lo contrario. La razón detrás de ello: el peso y tamaño del equipo que debía posarse en la superficie aumentó para acomodar a un vehículo más avanzado, lo cual agravó la susceptibilidad a los vientos marcianos del sistema Pathfinder de descenso. El proyecto requirió de una solución al problema y Miguel y su equipo respondió inventado el sistema TIRS/DIMES (Transverse Impulse Rocket System/Descent Image Motion Estimation) para compensar la acción negativa de los vientos de Marte durante el descenso final. La misión fue un éxito total, posando a los vehículos robóticos Spirit y Opportunity en la superficie de Marte en Enero 2004, los cuales fueron a hacer grandes descubrimientos científicos, determinando en forma definitiva la presencia de agua estable en el pasado del planeta rojo, y así sentando las bases para el próximo paso en la investigación de si hubo, o todavía hay, vida en ese planeta. Para ese próximo paso, el objetivo principal sería la búsqueda de compuestos orgánicos y el vehículo robótico encargado de hacerlo era el Curiosity. Para ello se requeriría el desarrollo de los instrumentos más complejos y avanzados hasta el momento. Estos instrumentos también serían de un tamaño y peso sin precedentes, que requerirían a su vez un vehículo robótico del tamaño de un auto y con un peso de casi una tonelada para contenerlos. Al comienzo, el problema fue que ninguna de las arquitecturas de descenso anteriores podían posar sobre la superficie de Marte un vehículo de esa envergadura. Los Ingenieros del JPL se volcaron a resolver el problema y el resultado fue el SkyCrane, una especie de grúa voladora que posaría al Curiosity directamente sobre sus ruedas. Miguel no solo es uno de los inventores del novedoso sistema, pero también el que demostró que un sistema de ese tipo se podía controlar precisamente y con poco riesgo, lo cual fue fundamental para que el proyecto decidiera adoptar una solución tan radical. Con el Curiosity, en el 2004, Miguel nuevamente fue puesto a cargo del diseño e implementación del sistema Guiado, Navegación y Control de una misión critica para la NASA. Sería el desafío profesional más grande de su carrera. Requeriría no sólo crear nuevos algoritmos de control pero también requeriría el desarrollo y la caracterización de un nuevo radar de aterrizaje, de motores cohetes regulables, el desarrollo de simulaciones complejas de vuelo, análisis teóricos de performance, ensayos del hardware mecánico y de la electrónica, y muchas otras cosas más. El 5 de agosto pasado, el Curiosity aterrizó exitosamente en el cráter Gale a solo 2,2km del objetivo y con velocidades mínimas de contacto, demostrando por primera vez la validez de la nueva arquitectura SkyCrane y así estableciéndola como pilar fundamental en futuras misiones. A lo largo de su carrera Miguel también ha sido miembro de varios paneles de asesoramiento para varias misiones como Topex, Mars Polar Lander, Deep Impact y Phoenix. Miguel esta casado con Susan desde hace 28 años y tiene dos hijas, Samantha de 25 de edad y Madeleine de 19. En cuanto a su próximo desafío profesional… ¿se acuerdan de esa misión frustrada al cometa?
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